Ciento diez... esos son los días que llevo sin escribir en este blog, sin compartir con vosotros unas líneas en las que reflexionar sobre la vida.
No recuerdo bien por qué paré, pero si sé el motivo por el que no lo he retomado hasta ahora... MIEDO. De repente me entró el miedo, miedo a quedarme sin ideas, miedo a no saber sobre qué escribir, miedo a no encontrar el cuento que acompañara mis reflexiones, y miedo a la opinión de quien pudiera leerlo.
Y, ¿ por qué, de repente aparece ese miedo? Imagino que fue porque siempre me he inspirado en situaciones acontecidas durante la semana, y he temido que desde mi nueva posición alguien pudiera relacionar algo de mi vida profesional con lo que aquí pudiera compartir.
Como la mayoría de los miedos, este no deja de ser un miedo irracional, lo que aquí escribo puede gustar a algunos, dejar indiferente a otros y disgustar a muchos, aún así ¿Qué más da? Siempre he escrito por gusto, por la satisfacción de compartir; entonces, ¿por qué parar?
Así pues he decidido superarlo, y volver... simplemente porque disfruto.
Confío en ser capaz de controlar mis temores y que si volviera a dejar de escribir el único motivo fuera una crisis de inspiración.
Y resulta que mientras me preparaba para volver, intentando superar mis miedos, me encontré con este "cuento" de Raquel Valdazo, basado en una paradoja matemática, con la que me convencí que no me podía seguir aferrando a ellos (mis miedos).
La eterna duda:
Cuando Ysie fue al infierno, el diablo le estaba esperando con una sonrisa y una propuesta. Un juego al que sólo podría jugar una única vez. Si gana, Ysie irá al cielo, y si pierde se quedará para siempre en el infierno.
El juego reza así: el primer día hay en una bolsa dos números, el 1 y el 2. Ysie sólo se quedará en el infierno si saca el número 1; de tal forma que cada día que pase se meterá un número más en la bolsa. Por ejemplo, el cuarto día habrá cinco números en la bolsa, el 1, el 2, el 3, el 4 y el 5, e Ysie sólo se quedará en el infierno si saca el número 1. Ysie puede decidir cada día si juega o si pasa un día más en el infierno.
El primer mes en el infierno fue muy duro, pero apenas lo sintió. Ysie tenía claro que no podía jugar: la posibilidad de sacar un 1 entre 30 números es un riesgo que desde luego no iba a correr. Después de 6 meses, a Ysie la estancia en el infierno no le parecía ya tan dura, la probabilidad de sacar un 1 entre 180 días, es desde luego pequeña, pero no tan pequeña. Después de 1 año, desde luego, Ysie entendía que era difícil que sacara el número 1 de 365, pero ¿y si lo sacaba? El error le condenaría para siempre y la recompensa por esperar sería infinita.
Pasaron 5 años. Ysie pensaba que, desde luego, es difícil sacar el número 1 de 1.825 números, pero ¿y si lo sacaba? Condenada para siempre, sólo por no saber esperar.
Pasaron 10 años. Ysie se decía a sí misma: -“De acuerdo, sacar el 1 de 3650 números, es complicado. Pero, ¿qué son 10 años comparados con la vida eterna? ¿Y si juego y me toca? Conozco a quien le ha tocado la lotería, con mucha menos probabilidad…”. Tampoco jugaría ese día.
Así Ysie se condenó, sin saberlo, a esperar un día más, todos los días. Mientras, el demonio cada día reservaba un momento para contemplar cómo Ysie se aferraba a su infierno, justo para intentar salir de él.
Nota: Gracias a todos los que me habéis animado a retomarlo. Os debo una.
Nota: Cumplo, aunque tarde, con la "promesa" que hice en Tirando a Fallar.
Créditos: Podéis encontrar el cuento de Raquel Valdazo en Cuentos para despertar adultos.
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